Fotografías y textos por: Cynthia Benítez y Natalia Castrejón.
Que no se puede marchitar; inmarchitable.
Fuente: Diccionario del Español de México; Diccionario de la Lengua Española.
Fotografía: Carretera Tehuacán-Cuacnopalan.
Espacio en la maleta
Hacer su maleta siempre había sido un martirio. Nunca había espacio suficiente para guardar su ropa pues le gustaba tener tres cambios al día. Era una travesía aérea la que tenían que recorrer sus faldas, pantalones, vestidos, blusas y demás prendas hasta aterrizar en la cama para después ser dobladas y enmaletadas.
El lema de esta dama era “mejor que sobre a que falte” y creerlo le costó muchos billetes y tarjetazos en terminales de autobuses y aeropuertos.
El día que consiguió un novio con carro, creyó que sus problemas acabarían: iba a ahorrar el dinero que el exceso de equipaje le hacía despilfarrar y podría gastar en comida o turisteo.
Lo amaba. Amaba la energía con la que se desplazaba; sus asientos de cuero, su aroma a fresas. El novio apenas si le caía bien aunque este le jurara que el amor que le tenía era inmarcesible. Si ella estaba en la relación era por el auto y nada más.
Fue inevitable que el galán sintiera celos y que sospechara la traición.
En un mirador solitario con la carretera y un barranco mortal como espectadores, el hombre de corazón destrozado lanzó un ultimátum: hasta no recibir alguna muestra de cariño, retiraría la disponibilidad de la cajuela.
De tanto llorar y discutir, el novio se durmió sentado en el suelo polvoso con la espalda recargada en el automóvil. Fúrica y desesperada como estaba, la mujer sacó con cautela las llaves del pantalón del desgraciado, se apoderó del asiento de quién conduce y antes de arrancar a toda velocidad, caer al barranco y de que sus calzones y sostenes salieran disparados, prometió: si no eres mío, no serás de nadie más.