Fotografías y textos por: Cynthia Benítez y Natalia Castrejón.
Que está raquítico; ñengo.
Fuente: Diccionario del Español de México.
Fotografía: Casco Antiguo de Panamá
Ñango
La casa de Lucas era de cristal. Desde fuera parecía reluciente, inmaculada, como una brillante copa de vino en la vitrina. La primera vez que ingresó fue en compañía de amigos de la infancia. Cruzó la puerta por mera curiosidad. Halló un sitio en donde creyó ser él mismo, el dueño del mundo, de su territorio. La energía le daba para revolotear entre los cuartos con juegos, risa y música.
Las madrugadas pasaron y cada que discutía con sus padres, se refugiaba entre las fulgurantes paredes igual de altas que llamarada en incendio de unidad habitacional. Sin embargo, sus amigos ya no lo acompañaban. Le habían advertido que se escuchaban susurros entre columnas y se podían ver sombras al pasar de una habitación a otra. Por ello, Lucas estaba solo.
Los sentimientos que ceñían su interior eran enojo y rencor por convivir con su soledad. Tachó de cobardes a sus amistades. Pero pronto comprendería que era verdad. En la casa de cristal había fantasmas que le repetían lo inútil y la epidemia que era para todos los que lo rodeaban.
El espejeante palacio se descarapeló y en su lugar emergieron muros tan roídos como si mil ratas lo hubieran mordisqueado. El único rastro que quedó de aquel hogar de cristal fue un empañado espejo, mismo que sirvió para que Lucas se percatara del ñango estado de su cuerpo, de su casa.