Fotografías y textos por: Cynthia Benítez y Natalia Castrejón.
Cosa imposible que sólo ocurre en la fantasía. || Monstruo mitológico que tenía cabeza y pecho de león, cuerpo de cabra y cola de dragón o de serpiente y que escupía llamas. Otras veces tenía una cabeza de cabra con cola y cuerpo de león. || Monstruo engañoso e imposible, hecho de opuestos o deformaciones.
Fuente: Diccionario del Español de México.
Fotografía: Museo del Perfume, CDMX.
Obra: “La falta”, de Carolina Van Waeyenberge
Exposición: Sinestesia Olfativa, 2019.
Un caparazón para nosotras
—¡Eres una malcriada! ¿Por qué eres así de inútil?— le dice la mujer demacrada a la niña que ha arrinconado.
El llanto de la pequeña aumenta cuando la quimera suma a su ataque los jaloneos de cabello. No me atrevo a moverme, prefiero ser la espectadora que se hace bolita en su propia mente. La escena terminará cuando las tres seamos vencidas por el cansancio. Lo sé porque ha pasado muchas veces.
De camino al supermercado veo un anuncio que me sorprende:
“¿Sabotea constantemente sus sueños?
¿Las ojeras le comen la cara?
¡CONSTRÚYASE UN CAPARAZÓN!
Llame ya al 558000”.
Lo dudo un momento, pero decido ponerme en contacto; estoy harta de los gritos violentos que me quitan el sueño. Una voz alegre me saluda y se apresura a decirme que no me cobrará nada por darme información; dudo pero decido no colgar. El hombre me explica que el caparazón se hace en la imaginación mezclando mi color y olor favoritos. Vaya payasada pienso al finalizar la llamada.
Ya en casa, a punto de dormir, la escena se reproduce en mis pensamientos: yo misma como adulta deprimida castigando a la niña que fui. Sin mucho afán me imagino el tal caparazón, me lo pongo y doy 10 vueltas en sentido de las manecillas del reloj. Para mi sorpresa un humo color bugambilia inunda la habitación; huele a flores de azahar y a bombones derretidos.Los gritos y el llanto cesan, la mujer ahora se ve saludable y la niña sonriente; ambas se abrazan y me dicen adiós con las manos mientras yo me voy quedando dormida.